miércoles, 4 de julio de 2012

LA NIÑA QUE IBA EN HIPOPÓTAMO A LA ESCUELA.

Yoko Ogawa. Funambulista.



Al cumplir doce años, Tomoko, huérfana de padre, deberá cambiar de ciudad y separarse de su madre para ir a estudiar primero de secundaria.
Para ello irá a vivir a casa de su prima Mina, una lujosa mansión de estilo occidental, cerca de Kobe, donde todo es singularmente diferente: su prima se pasa el día entre libros, o jugando con cerillas, su tío (director de una conocida fábrica de bebidas) es mestizo y se ausenta misteriosamente de la casa, y su tía abuela Rosa es alemana y habla a duras penas japonés. Pero, sobre todo, en la finca (que en su tiempo había albergado un zoo) vive un hipopótamo enano, que Mina utiliza como medio de transporte para ir a la escuela primaria, debido al asma crónica que la aqueja.
Esta novela (Premio Tanizaki 2006), llena de optimismo mágico y de poesía, ambientada en los años 70, se inscribe en el ciclo dedicado a la amistad y la infancia iniciado por Yoko Ogawa (la novelista japonesa más conocida en su país y fuera de Japón) con La fórmula preferida del profesor, best-seller internacional, del que se vendieron más de dos millones de ejemplares sólo en Japón.

«Si se quisiera explicar con tan sólo unas palabras quién era Mina, se podría decir que era una niña asmática a quien le gustaban los libros y que se desplazaba a lomos de un hipopótamo. Pero si se quisiera demostrar que se trataba efectivamente de Mina y no de cualquier otra persona, sería preciso añadir que era una niña que sabía encender con gracia las cerillas…


Otro que compré únicamente por el título y la portada, últimamente me ha dado por hacerle caso a mi intuición, unas veces acierto y otras no, obviamente.

La primera vez que lo compré fue para regalárselo a mi cuñado y como soy una "envidiosa", no pude más que ir al día siguiente a por otro para mí.

Las primeras páginas prometen, ya os contaré cuando lo acabe.

Qué gusto esto de estar de vacaciones y poder leer en otro sitio que no sea el metro...

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Así, recién digerido, destacaría que como no tengo ni la más mínima idea de literatura japonesa, me ha sorprendido que esta gente sepa jugar de una manera tan sutil con el realismo mágico. Transformado, actualizado, suavizado pero heredero del movimiento al fin y al cabo, o eso me parece, que yo no he dicho ná, por supuesto.
Eso sí, las disertaciones sobre voleibol me resultaron pelín excesivas...

 

 

 

 

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